martes, 22 de mayo de 2012

ALFIL


Alfil

Universitarios, de la crítica al simple instrumento electoral

Por Roberto Piñón Olivas

Tarde que temprano se devela el telón: Andrés Manuel se reúne con estudiantes en la emblemática Plaza de las Tres Culturas.

Ahí les habla de democracia, de una revolución pacífica, de continuar expresándose a través de las redes, pero sobre todo, de hacer proselitismo para su causa.
Participaron estudiantes de las distintas universidades, de la Ibero, de la autónoma metropolitana, del poli, de la UNAM: al grito goya le regalaron una playera de los pumas.
Obvia resulta la estrategia: parecía que Sola se había anotado un triunfo en la Ibero, pero resulta que no es así: primero la estrategia de golpeteo al candidato puntero, después las marchas y ahora, en un mensaje nacional, los estudiantes universitarios con Andrés Manuel.
¿Será que es posible hacer grilla partidista impunemente en las universidades o con los universitarios, tratando de utilizarlos, bajo el riesgo que ello implica?
Andrés Manuel los reúne y les pide compromisos electorales, como sus agentes proselitistas les da tareas: los convierte en instrumento político-partidista: les dice convenzan cada uno a cinco, no se vayan de vacaciones.
La Universidad implica precisamente la universalidad de ideas: la no conformidad con una sola forma de pensamiento, porque la heterogeneidad en la expresión de las ideas fortalece a las universidades.
El pensamiento crítico se alimenta de esa forma de pensar, de exponer las ideas, de no conformarse con las exposiciones políticas mesiánicas, como lo hace Andrés Manuel a sabiendas de los riesgos que implica trabajar política y electoralmente a los estudiantes: de sacarlos a la calle, de presentarlos ante la opinión pública: de utilizarlos en su propósito de buscar votos: cuando la intención del elector no le favorece, inteligente, calculador, se aprovecha del escenario y lucra electoralmente con uno de los eventos más desafortunados de la historia reciente: incluso, protagonistas de antaño se lucen con él en el pódium, lo arropan y catapultan: el 68 convertido en un instrumento electoral.
No se merecen las Universidades y los estudiantes ser utilizados electoralmente: se merecen ser el centro de discusión, debate, pero no ser presa del lucro político, como parece confirmarse con el arrebato protagónico lopezobradorista.
Las Universidades deben reconfirmarse en la preservación del foro, del mayor foro de discusión nacional: donde se analicen, refuten y señalen las distintas políticas públicas de los candidatos, desde el argumento construido, la razón expresada en el pensamiento libre del estudiante universitario, confrontación a la vez pacifica y violenta de las ideas, contradicción justificada en el campus del saber, que no admite ser rehén de propósitos inmediatistas con efectos mercadológicos, espacio que no merece un tratamiento simplista desde el utilitarismo electoral, escenario que exige respeto y no admite incursiones irresponsables y de simple utilería como hizo Andrés Manuel.

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