domingo, 2 de octubre de 2011

LA INDISPENSABLE RECONCILIACION DE LOS MEXICANOS


La indispensable reconciliación de los mexicanos

Por Héctor Yunes Landa

uando el próximo año termine el desastre que han ocasionado los dos sexenios de administraciones del PAN será indispensable llevar a cabo una gran tarea de reconciliación de todos los mexicanos. No será una labor fácil ni rápida, porque reunir todas las partes en que Felipe Calderón ha fragmentado al país requerirá un gran trabajo de conciliación de diferencias y re-unión de voluntades.

Desde que Vicente Fox asumió la Presidencia de México mostró un total desprecio por la oposición, ya fuera ésta de izquierda o de centro; esto le impidió actuar como Jefe de Estado para crear los consensos necesarios y lograr un gran acuerdo nacional que materializara la tan anhelada transición de nuestro sistema político y la consolidación de nuestra democracia. De este modo, Fox perdió la gran oportunidad de pasar a la Historia como el gran estadista que condujera a México a una nueva era política y social.

La obsesión de exterminar al PRI, a pesar del claro mandato en las urnas que dotó a este partido de mayoría legislativa, lo llevó a perder el rumbo. Aún se recuerda cuando, una vez ratificado el apoyo social a la oposición en el Congreso en la elección federal intermedia, Vicente Fox se tomó una tardía foto con los líderes del PRI y del PRD, cuando la reconciliación nacional era prácticamente imposible.

La elección de Calderón y su cuestionado triunfo estuvo plagada de inequidad y trampas, signada por la obsesión de impedir a como diera lugar la llegada de López Obrador a la Presidencia, bajo el falaz y agotado argumento de que la izquierda incendiaría al país. Está presente en la memoria de todos la infame campaña de difamaciones e insultos perpetrados en contra del PRD y su candidato –una amenaza para México-, cuando la verdadera amenaza resultó Calderón, un presidente empecinado en llevar a cabo sus obsesiones fundamentalistas y sus caprichos personales, que tampoco entendió nunca que era un Jefe de Estado y no Jefe de su Partido.

En el PRI tenemos muy clara la dimensión del reto que implica sacar a México de la situación en que se encuentra; así como hace casi un siglo le tocó al PNR reconstruir la nación, hoy le toca al PRI asumir la tarea de rescatar al país de la debacle y llevar a cabo la tarea de reunificar al Estado, para estar en condiciones de realizar las reformas políticas y económicas que le urgen a México. Tenemos muy claro también que esto requiere de voluntad, talento, inteligencia y, sobre todo, vocación democrática.

Es imposible lograr la transición imponiendo creencias o visiones sectarias y dogmáticas. Es imposible avanzar en la consolidación de nuestras instituciones gobernando a capricho, ofendiendo, denostando, peleando con tirios y troyanos, tratando de imponer las cosas y gobernando con un nivel de ineficiencia y subejercicio pocas veces visto en el Gobierno Federal.
Para lograr esto, la primera tarea es la unidad interna; pero no impuesta ni obligada, sino consciente y convencida. Una unidad que respete diferencias y representatividad política, y que incluya a todos los grupos aunque éstos piensen diferente.

En el PRI estamos conscientes que la transformación de México nunca podrá lograrse con despotismo ni con soberbia, sino con la unidad y el acuerdo. En primer lugar de todas las fuerzas que integran el Estado, las diversas instituciones, los diferentes órdenes de gobierno, los partidos políticos y los tres poderes de la Unión. En segundo lugar, la unidad del Estado y la Sociedad a la cual representa, a la cual debe garantizar paz social, eficiencia económica y estabilidad política. Unido el Estado y, a su vez éste con la Sociedad, México tendrá abierto el camino hacia la auténtica transformación social y el desarrollo económico.

Por esta razón, tanto a nivel nacional como en Veracruz, en el PRI estamos empeñados en alcanzar la unidad interna del partido; no sólo para ganar las elecciones, sino, sobre todo, para que ésta sea la plataforma que permita una gran reconciliación nacional una vez logrado el triunfo. Esa es nuestra verdadera misión y a ella estamos dedicados.

Por esta razón, nuestro proceso interno para la selección de candidato presidencial se está conduciendo de manera ejemplar, con una madurez pocas veces vista y, a pesar de quienes se empeñan en ver un circo históricamente superado, con la sensatez de un PRI que sabe que el tiempo de México demanda elevar la mira y actuar con amor a la patria. La nación no está para egoísmos estériles, porque este país, que tanto trabajo ha costado construir a millones de mexicanos, hoy está en un grave riesgo.

Un PRI unido y fortalecido es indispensable para impulsar los cambios que el país necesita. Por eso nos hemos dado a la tarea de renovar nuestros comités municipales y seccionales, para refrescar los liderazgos y fortalecer la representación política del partido. Es una labor compleja y no siempre es posible dejar satisfechos a todos, pero el saldo es muy favorable, porque hemos actuado con honestidad y respeto, pero sobre todo con un gran espíritu de apertura e inclusión hacia todas las expresiones y corrientes políticas, que con toda justicia luchan por un lugar en la estructura del PRI.

Aquí, en este gran partido que es el PRI, hay lugar para todos, incluso para quienes en un legítimo afán de participar políticamente, decidieron en algún momento abanderar a una opción política distinta al PRI. Muchos compañeros que habían abandonado nuestro partido han decidido, con toda libertad, volver a sus filas. En muchos casos ha sido la decepción la que los ha hecho retornar, pero también hay numerosos ejemplos de compañeros que han mantenido firmes sus convicciones a favor de la Democracia y la Justicia Social que impulsamos en el Partido Revolucionario Institucional.

Estoy convencido que vamos a entregar muy buenas cuentas, y que el próximo año, al respaldar al PRI en las urnas, tanto Veracruz como México darán un paso decisivo hacia el futuro, que nos permita avanzar hacia una nueva era de tranquilidad pública, crecimiento económico y desarrollo social. Estoy seguro que el gobierno y sus ciudadanos vamos a lograr juntos el Estado Próspero que nos merecemos y la nación segura que nunca debimos perder.

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