miércoles, 30 de junio de 2010

ALFIL

ALFIL

Operador político

Por Roberto Piñón Olivas

Es muy difícil que los gobernantes acepten que han cometido errores, pero es más difícil aún que acepten reorientar las acciones.

Es el caso del presidente Calderón.

Tuvo que ocurrir un suceso terrible para que el titular del ejecutivo hiciera una amplia convocatoria, dejando a un lado posiciones partidistas, en busca de una solución de fondo al problema que plantea el crimen organizado: antes se cerró a la crítica y empleo una política bravucona, autosuficiente y arrogante.

Sin embargo, la convocatoria esta exenta de una asunción plena de responsabilidades, mea culpa, y decisión de reorientar el camino: se trata de un llamado a cerrar filas en torno a un objetivo común, pero conforme a los dictados presidenciales.

Aún más: el llamado trastoca los conductos idóneos para la concertación institucional: llama a los partidos, en lugar de utilizar la riqueza parlamentaria para lograr acuerdos de fondo: prefiere las reuniones en corto con las dirigencias, en lugar de propiciar la coordinación de poderes, aprovechando la riqueza plural de los mismos.

El primer magistrado del país no esta tan equivocado, planteando un pacto de Moncloa; sin embargo, las condiciones son distintas: en México no está roto el estado de derecho: hay fracturas obvias, dolorosas, pero las instituciones continúan funcionando, prueba de ello es que la democracia instrumental dará lección el próximo domingo en las urnas.

Por eso mismo hay que acudir a las instituciones conformadas, representativas, y no a las facciones partidistas: el congreso de la unión es conducto para ello; el otro conducto necesario son los gobernadores, sin olvidar al poder judicial.

En uno y en otro caso, la vía de facto y la institucional requieren de un interlocutor válido, no desgastado, que concite dialogo y acuerdo, tolerante y plural, que construya un puente de una rúa a la otra.

Calderón no lo tiene en el secretario de gobernación, que en un exceso, innecesario, imprudente, como todos los excesos, rompe lanzas con los derechohumanistas, propiciando un gran consenso y un llamado de atención delicado en extensas columnas en diarios que circulan en el centro del país.

Conocedor de esto, el presidente sale en televisión, no una, sino dos veces en cadena nacional; luego, al segundo día de crisis utiliza al responsable de la política interior para enfrentar a los medios, mientras él se reúne con los líderes partidistas.

Para lograr acuerdos, el presidente necesita operadores de mano izquierda; no lo tiene en su gabinete; requiere uno con urgencia.

No es una administración la que está en juego, es la gobernabilidad, el orden, la paz, es el país entero.

Nadie en sus cabales puede decirle no al presidente en su convocatoria. Ojalá ésta sea auténtica, desde una posición de coordinación de poderes y sociedad: que escuche y acepte, en una real altura de miras.

Ojalá.

El autor es Presidente de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos AC

FEDERACION DE ASOCIACIONES DE PERIODISTAS MEXICANOS AC
FAPERMEX

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